En una galaxia desgarrada por la Guerra Interestelar, un joven príncipe se enreda en una red de intrigas reales. Sin que él lo sepa, sus decisiones podrían inclinar la balanza del conflicto universal.
El Príncipe Kael miraba por la ventana de su palacio hacia la oscura y negra extensión del cosmos, salpicada de estrellas silenciosas. Era el heredero de un mundo moribundo, un peón en un juego de poder y engaño.\n\nDe repente, una pantalla holográfica parpadeó y cobró vida en la tranquila habitación. El consejero de su padre, Lord Goren, apareció en la pantalla. Se veía demacrado, sus ojos atormentados por un secreto.\n\n'Kael, debemos actuar rápidamente.
El Consejo está planeando ceder al Imperio de Andrómeda,' dijo Goren, su voz temblando de urgencia.\n\nEl corazón de Kael latía con fuerza en su pecho. Su hogar, la Vía Láctea, se convertiría en un vasallo del frío y mecanizado Imperio de Andrómeda. Tenía que detener esto.\n\nDurante los siguientes sols, Kael navegó por las turbias aguas de la política de la corte, con Goren como su guía. Reunieron aliados, susurraron promesas y se prepararon para un golpe de estado.\n\nEn la Cámara del Consejo, Kael se mantuvo erguido, su voz resonando a través del gran salón, 'No somos súbditos, somos gobernantes.
No nos inclinaremos.' Algunos vitorearon. Algunos permanecieron en silencio.\n\nEsa noche, Goren fue encontrado muerto, con un puñal de fase andromedano en su pecho. Kael se dio cuenta, demasiado tarde, de que Goren había sido un espía. Su grito de guerra había jugado justo en sus manos.\n\nUna flota de naves de guerra andromedanas llenó el cielo a la mañana siguiente.
Kael observó, su corazón pesado de arrepentimiento y traición. Pero su determinación se endureció. Había perdido una ronda, no el juego.\n\nLas Estrellas Silenciosas ya no estaban en silencio. Rugían con los motores de la guerra.
Y el Príncipe Kael, una vez un peón, ahora se movía como un rey.