
BASILEA, Suiza — El 27 de julio de 2025, el St. Jakob-Park, cariñosamente conocido como "Joggeli" entre los locales, fue el escenario de una emocionante final de la Eurocopa Femenina entre Inglaterra y España. El partido, una demostración de habilidad y tenacidad, terminó en un empate 1-1 tras la prórroga, con Inglaterra llevándose la victoria 3-1 en una tensa tanda de penaltis para alzarse con el ansiado trofeo.
La atmósfera en Basilea era electrizante, con más de 37,000 aficionados llenando el estadio, cuyos gritos resonaban en la noche suiza. Inglaterra, dirigida por la entrenadora neerlandesa Sarina Wiegman en su notable quinta final consecutiva, se enfrentaba a un formidable equipo español. Ambas selecciones habían luchado con uñas y dientes para llegar hasta aquí, y el encuentro cumplió con su promesa de ser un verdadero choque de titanes.
España dio el primer golpe en el minuto 25. Mariona Caldentey, con su característico aplomo, encontró la red tras un rápido contraataque, poniendo a España 1-0 al frente. El gol silenció momentáneamente a los aficionados ingleses, mientras el juego elaborado de España y su presión constante amenazaban con dominar. Sin embargo, Inglaterra se negó a rendirse, manteniendo su defensa firme ante ola tras ola de ataques españoles.
A medida que el reloj se acercaba al minuto 60, la perseverancia de Inglaterra dio sus frutos. Alessia Russo se elevó por encima de la defensa española para conectar un centro perfectamente ejecutado, enviando un cabezazo certero que superó al portero y empató el partido 1-1. El Joggeli estalló mientras los aficionados ingleses sentían que la marea estaba cambiando. El gol de Russo inyectó nueva vida en las Lionesses, que avanzaron con renovado ímpetu.
La segunda mitad vio a ambos equipos crear oportunidades, pero un portero estelar y una defensa resuelta mantuvieron el marcador empatado. A medida que se acercaba el tiempo reglamentario, ninguno de los dos pudo encontrar un resquicio, y el partido se adentró en la prórroga. Los 30 minutos adicionales fueron una prueba de resistencia, con jugadores de ambos lados visiblemente fatigados pero implacables. El juego fluido de España se encontró con la determinación tenaz de Inglaterra, pero el empate persistió.
Sin más goles, el destino de la final se decidió en una tanda de penaltis. La preparación y fortaleza mental de Inglaterra brillaron. Las Lionesses convirtieron tres de sus intentos con precisión clínica, mientras que España falló, logrando solo un tiro exitoso. Chloe Kelly se presentó para el penal decisivo de Inglaterra, colocando el balón con calma en la red y desatando celebraciones desenfrenadas. La gran copa era de Inglaterra para llevar a casa.
La astucia táctica de Sarina Wiegman fue clave. Su equipo, a menudo obligado a arrastrarse por el ojo de una aguja en partidos anteriores, mostró una resiliencia notable. “Este grupo tiene corazón,” dijo Wiegman después del partido. “Lucharon por cada centímetro, y estoy increíblemente orgullosa.” Para Inglaterra, la victoria marcó un triunfo histórico, su primer título de la Eurocopa Femenina desde 2022, consolidando su estatus como una potencia en el fútbol femenino.
España, a pesar de la derrota, demostró por qué son una fuerza a tener en cuenta. El gol temprano de Caldentey y su juego fluido mantuvieron a Inglaterra en vilo, pero sus fallos en los penaltis resultaron costosos. Las jugadoras españolas, elegantes en la derrota, prometieron volver más fuertes.
Mientras los fieles del Joggeli celebraban, Inglaterra levantó el trofeo bajo el cielo de Basilea, un momento de gloria grabado en la historia del fútbol. El viaje de las Lionesses, marcado por la determinación y la unidad, culminó en una victoria que inspirará a una nueva generación de jugadores y aficionados por igual.